ya acabó su novela

FOTO: AMÉRICA TV.

MÁS QUE UN HOMENAJE A LA MADRE PERUANA, UN MENSAJE A FAVOR DE LA VIDA

¿Merece la primera telenovela de Michelle Alexander una oportunidad, en medio de un 'prime time' dominado por producciones turcas?

Publicado: 2015-08-20

Empezó con el pie derecho. Lleva dos semanas en las pantallas de América TV y las cifras de audiencia han empezado siendo favorables para la telenovela “Amor de madre”, producción que dirige Michelle Alexander y que ha logrado superar en rating nada menos que a los “culebrones” turcos. Esto no tendría nada de extraordinario, si tomamos en cuenta el boom que han representado las sintonizadas producciones llegadas desde la lejana Turquía y que son una verdadera fiebre en los hogares peruanos.  

A diferencia de estas -y a favor de “Amor de madre”- podemos destacar que la nueva telenovela del 4 plantea un mensaje casi subliminal de feminismo, pues mientras las historias venidas del extranjero hablan de mujeres que son compradas a cambio de dinero y ultrajadas sexualmente, la que se produce en nuestro país bajo la batuta de Alexander, narra la historia de 5 mujeres enfrentadas a la vida, y especialmente, al hecho de ser madres. Es un rostro distinto al de la mujer denigrada social y culturalmente que se aprecia en las pantallas de los principales canales de televisión nacional, a partir de las 8 de la noche.

Podríamos, incluso, atrevernos a meter en el saco denominado “televisión basura” a esta nueva apuesta de América TV, si no fuera porque es el anhelado retorno de la telenovela peruana -tal como se ha venido promocionando- y representa la promesa de un mercado que puede volver a ser rentable en nuestro medio, tal como sucedió hace algunos años, cuando Lima se volvió la mejor plaza para la realización de telenovelas y series, de calidad de exportación, inclusive, obligó a los rostros más representativos de las pantallas del continente, a alquilar suntuosos departamentos en Miraflores o San Isidro, mientras grababan las producciones audiovisuales peruanas que, por entonces, estaban en auge.

Ahora bien, es importante para nuestra crítica considerar problemas técnicos que no han sido superados, a pesar de la aparente inversión. Especialmente en escenas en donde hay poca nitidez de audio y en las que los encuadres cambian abruptamente, haciendo notar que las voces de los actores no corresponden con sus gestos. Hay deficiencias también en el guion, pues son muy poco creíbles ciertos giros que va teniendo la trama, conforme se van emitiendo los capítulos. Mención aparte merece el casting. Por ejemplo, es llamativo el crecimiento en la ficción del niño protagonista, quien al pasar de los años, se convierte en el personaje interpretado por Stefano Salvini y que no guarda mucho parentesco con el niño que busca desesperadamente 'Clarita', personaje interpretado por Pierina Carcelén.

Por otro lado, son merecidos los puntos a su favor que tiene el elenco en el que se respalda. Más allá de rostros nuevos, que en la mayoría de casos pueden o no colmar las expectativas, es rescatable ver el rol histriónico de ciertos actores que justifican hidalgamente su sueldo. Es admirable el talento que tiene, por ejemplo, el niño Thiago Basurto, para interpretar al hijo de la protagonista, a quien esta busca incasablemente a lo largo de la historia. De igual manera, es inevitable no terminar enamorándose de la elegancia y arrogancia de la antagonista 'María Eduarda', personaje interpretado por una talentosa Vanessa Saba. Además, es rescatable el mérito que tiene la producción, por tocar la problemática de los sordomudos en nuestro país. Muchos de los actores, incluso, han tenido que aprender el lenguaje de señas para interpretar mejor a sus personajes.

En medio de debates sociales como la despenalización del aborto y la problemática del rol cultural de la televisión, aparece esta nueva propuesta que intenta rendirle homenaje a la mujer peruana que cumple una labor sacrificada como madre, todo ello acompañado de una inexacta dosis de amor no correspondido que al final, como en todas las telenovelas, termina con un final feliz. Un mensaje acaso inconsciente y casi subliminal de Michelle Alexander a favor de la vida, que adormece la polémica por la que nuestro país se dividía hace apenas unas semanas. Mucho ojo a la pantalla. A buen entendedor, pocas palabras y astutos guiones.


Escrito por

Jorge Pérez Baca

Alguien me dijo "escribe, escribe, que algo queda". Redes de pesca: @jorgeperezbaca.


Publicado en

LA VOZ Y EL MARTIRIO

Esa no era una pipa y esta no es una columna.